19/9/08

El enano y el caballo


En un antiguo reino medieval, un rey poseía un formidable caballo, todo un semental, pero había un problema: el corcel estaba triste y no había querido comer por más de dos semanas.
El monarca envía un decreto por todo el territorio ofreciendo la mano de su hija la princesa, a quien lograra hacer reír al animal.
Llegaron comediantes, bufones y payasos de todo el reino pero ninguno lograba hacer reír al caballo. En eso, aparece en el palacio un enano que dice que puede hacer que el caballo se ría sin parar.
Escéptico, el rey le da la oportunidad preguntándose qué puede hacer este enano si ya muchos lo han intentado sin éxito.
El liliputiense se acerca al caballo y éste repentinamente comienza a reír a carcajadas.
El soberano tiene que cumplir su propio decreto y entrega a su hija, la princesa, en matrimonio al enano.
La recién casada pareja se va a vivir a otro palacio.
En esos días, el caballo continúa con sus carcajadas y no puede parar de reír.
Pasan dos días, tres días, una semana, dos semanas y el caballo no para de reír, no come y no duerme.
El rey decide emitir otro decreto prometiendo un cofre repleto de joyas a quien logre que el rocín vuelva a estar triste porque prefiere al caballo como estaba al principio.
De todo el reino llegaron individuos despreciables, tristes, deprimentes y ninguno lograba tener éxito.
En eso llega nuevamente el enano y se le acerca al caballo y lo deja más triste que al principio. Cuando el enano se dispone a recoger su premio, el monarca lo detiene y le pregunta:
"¿Qué fue lo que hiciste cuando quería que el caballo se riera?"
"Fui y le dije que yo lo tengo mucho más grande que él".
"¿Y cuando lo quería triste otra vez que hiciste?"
"Me lo saqué y se lo enseñé".

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